jueves, 21 de mayo de 2009

Soberbia


Jueves, 8.00
Una mañana más. Me levanto y tengo que estar lista antes de las nueve para cuando llegue Marcos salir a desayunar. Una de las pocas tradiciones que aun conservo.

9.05… 9.10. Nunca se retrasa, ¿le habrá pasado algo? 9.30. Ya no puedo esperar más, voy a llegar tarde a trabajar. Lo llamaré desde allí. Estupendo, no coge el teléfono, pero bueno, ya me llamará cuando vea las veces que lo he llamado.

21.00. Estoy muerta, vaya mierda de trabajo. Pronto se acabará, cuando Marcos y yo nos marchemos de esta horrible ciudad. Mmm… Que extraño, yo no suelo utilizar este tipo de palabras.

23.00. Le dejaré un mensaje en el buzón de voz. No tengo que preocuparme, si hubiera ocurrido algo malo me habrían llamado, soy su número de emergencias.

Viernes, 8.00
De nuevo a trabajar. ¿Algún mensaje o llamada en el móvil? No. ¿Tendría que empezar a preocuparme? Me pasaré por su casa. Nadie responde al telefonillo. Me voy a la acera de en frente por si puedo ver su ventana desde allí, nada. Vuelvo a picar y me responde una chica, creo que es su hermana. Le digo quien soy y le pregunto por él, pero me cuelga inmediatamente.

22.00. Todo es un poco raro, pero no me siento mal, ni tampoco desesperada por la situación. Intento recordar si ha pasado algo entre los dos, pero no encuentro nada dentro de mi cabeza.

Sábado, 10.00
Salto de la cama llorando sin parar. Pasan cinco minutos, ya estoy un poco más calmada. Me siento en el borde de la cama e intento recordar la dichosa pesadilla. Hace cosa de una semana, en casa de Marcos, discutimos no recuerdo por qué. Pero esta vez ya no era yo la persona altruista de la relación, ya no intentaba darle la razón en todo. Ahora no aceptaba su argumento, estaba segura de que yo llevaba la razón, por mucho que él dijera. Pero esto es rarísimo, ¿cómo podía ser que yo me diese la razón cuando yo le había puesto los cuernos? Es algo que en realidad jamás me perdonaría a mi misma.

11.00. Tengo la sensación de que la pesadilla fue real y no un sueño. Volveré a llamarlo. Por fin me responde, pero sólo para decirme que lo deje tranquilo y que no lo vuelva a llamar nunca más. Cuelgo el teléfono, esperando una oleada de lágrimas, pero no llegan, no me siento nada mal. Me levanto y voy hacia el baño. Me miro en el espejo, me gusta lo que veo. Yo, Beatriz, una chica guapa y llena de soberbia. Mi nueva yo.

Gloria Romero García

4 comentarios:

Juan Manuel dijo...

¡Me ha gustado mucho! Ver como la chica pasa de ser sumisa a ser todo lo contrario. También me ha gustado la forma que has elegido para contarlo poniendo las horas del día. Me ha tenido enganchado hasta el final.

Puli dijo...

Está muy bien, Gloria! Lo que más me ha gustado ha sido la ambigüedad que ha reinado hasta el final, yo no sabía muy bien por dónde ibas a salir. Y la verdad, por mal que suene, me he sentido identificada con la protagonista en algún momento de la historia...

Anónimo dijo...

A mí me ha pasado un poco lo mismo que a Puli, que al final no sabía que iba a hacer Beatriz pero me ha encantado que se enorgulleciera tanto de ser asi. Me ha gustado mucho.
Cris.

Anónimo dijo...

Ahora resulta que la soberbia es una virtud, no un pecado. Eso hacer la gente que escribe historias, darle la vuelta (je!). Muy bien llevado.
Rcd