martes, 18 de mayo de 2010

La Bella Durmiente


No hace mucho tiempo en un país muy cercano- aunque todo el que lee esta historia lo hace como si llegara de otro planeta-ocurrió algo. Fue algo extraordinario, pero no más que los milagros de la ciencia o los avances de la agricultura que nunca llegaron a África. No más que la cultura nunca adquirida. Digamos, simplemente, que pasó algo.

La protagonista de esta historia es una joven princesa sin corona del reino NiNi, su príncipe no va a caballo. No sólo en uno, al menos: 150 caballos de riendas metálicas y color extraño. Un mundo estrambótico, sin duda, este reino NiNi. Donde todas son princesas, según dicen, porque zorras ya sobraban.

Como todas las buenas historias, ésta va de amor. Si alguna vez alguien entendió lo que es apalabra significa. Para esta pareja el amor era un deseo caliente y eternas consecuencias. Por lo que no se diferencia tanto de lo que nos han vendido como amor otras veces. El caso es que entre ellos había “amor”, pero también grandes obstáculos.

El principal inconveniente en su relación era que, como era “amor verdadero”, tenía que ser eterno. Cuando eres joven estas palabras no dan apenas miedo. Pero otros inconvenientes agobiaban tanto a la pareja que empezaban a sentirse viejos, y en consecuencia asustados.

El resto de los inconvenientes eran tan banales y propios de la plebe, que no les habrían agobiado de no haberse agrupado en centenares: dinero, casa, trabajo, familia, amigos, etc, etc, etc y un millón de etcéteras.

Y como en todas las buenas historias, la mala malísima llega en el momento justo y hace una entrada estelar y ruidosa. La de este cuento se llama Asistente Social. Esta ambiciosa vieja declara tener derechos sobre la corona, y reclama jactanciosa cosas que nunca fueron suyas antes de que la propia princesa las tenga.

Cuando la princesa se niega, intenta comprarla con dulces y promesas vacías. Pero la sangre real es instintivamente desconfiada, y le cierra las puertas del palacio antes de morder el anzuelo.

Lo que la princesa ignora es que hay otra mala mucho peor que la Asistente Social, y es ella misma: la princesa de corona de pelo sucio. En un ataque de deseperación, agarra las píldoras de dormir de la Reina y se infunde un sueño eterno; sumiendo el palacio entero en la oscuridad.


Por desgracias para la princesa, la vida no es sueño. Llega el día y se pone de parto, y el dolor de estar viva la despierta.

Como ves, en este cuento no hay beso, porque al príncipe le ha dado lugar a escapar. La princesa, en cambio, no se mueve de la habitación. Nunca se moverá de su escenario, porque el mundo exterior acaba de desvanecerse a su alrededor.

Mª Dolores García Torres

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya aire de misterio. No hubo iv (interrupcion voluntaria?mEmbarazo no deseado? sin porvenir?

Un amigo mio decia: De pequeños repetimos: nunca mas/ Ya mayores prometemos: para siempre/ La mentira, la misma/ Tambien las buenas intenciones.
Rcd

Puli dijo...

Las mentiras que nos contamos a nosotros mismos con frecuencia no sólo marcan el ritmo de nuestra vida, sino que después de un tiempo contándonoslas a nosotros mismos es lo único que nos sustenta. A uno le quitan las mentiras y se queda sin saber qué hacer.
Dato curioso: la historia real de la bella durmiente es así. El príncipe no la besa, la viola y ella se despierta en el parto.
Acabo de caer, no esa la historia de Hable con Ella?