Fue acostumbrándose a dejar de respirar y con el tiempo la cara se le quedó roja roja. De pequeño aguantaba sin problema los minutos de silencio en que nadie respondía a las preguntas de Lengua, o el rato que don Juan tardaba en explicar que una ecuación de segundo grado consistía en “averiguar qué valor o valores al ser sustituidos por la indeterminada convierten la ecuación en una identidad.” En casa se echaba partidas enteras de tetris sin tomar aire, asustaba a su hermana haciéndose el ahogado en el baño; y en una ocasión le dio el disgusto a la madre saliendo de la cocina con la cabeza totalmente envuelta en papel celofán. Lo llevaron a varios dermatólogos, pero ninguno supo explicar por qué se enrojecía tanto la piel al contacto con el oxígeno. “Su hijo es anfibio,” llegó uno a decir. Al menos eso le dio una popularidad efímera y un contrato para un anuncio de coches en televisión.
Para él era una de las cosas más sencillas del mundo, En verdad no lo negaba a nadie, pero no le creían: en el mejor de los casos lo atribuían a un sentimiento de modestia; pero generalmente lo consideraban un propagandista, o un ruin farsante para el cual no respirar era fácil porque conocía el sistema de hacerlo.
La fractura entre él y el mundo comenzó cuando ganó el concurso de buceo en el campamento y lo descalificaron por tramposo. Ya de mayor, la sauna, el yoga, la apnea, la retención en vacío y la lectura de Kafka le ayudaron a comprender que todavía estaba en condiciones de prolongarlo más, todavía mucho más, por tiempo ilimitado. ¿Por qué cortarlo cuando estaba en las mejores condiciones? Un día decidió dejar de respirar, como quien deja de fumar, y llevó una vida más o menos normal durante cinco semanas y media. Actualmente su expediente está depositado, junto con el cuerpo, en un centro de investigación del CSIC. Lleva el nombre clave de anfibio rojo.
Ricardo Navarrete Franco
7 comentarios:
Sublime. Ricardo, tus historias siempre me sorprenden, me hacen reír y pensar en menos de un folio. Es increíble! Felicidades!
¡Coño!
Un gran contenido en una corta extensión y con un estilo llano. Nada de florituras innecesarias. Enhorabuena.
Amén, Yeye.
Cris
Sin palabras.
Gloria
Increible!!!.
Maria
mhaencantao la primera oración, con ese : "se le quedó roja roja". Ayer escuché una crítica hacía Bolaño, posible escritor, y la aplico aquí, y creo que es eso mejor que peor.
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