A mi me vino bien porque llevaba diecisiete meses separado también. Cambiamos la puerta de la guardería por la cerveza temprana, las tardes del Nervión por dardos en el pub, la serenidad suave de la familia por la risa acelerada de la amistad.
“Mira, mira, dicen que es una avioneta.” Sólo tuve que volverme porque la cocina era americana y estaba en una esquina del comedor-dormitorio. Recuerdo que estaba haciendo pavo al roquefort. El pavo por la salud, el roquefort por el sabor.
Primero cayó la torre sur, luego la norte. “Como nosotros,” pensé. El pasado quedó pasado, ya nunca más volvió. “Sólo nos queda el futuro.” Y el futuro fue bueno, no hizo honor a su mala reputación.
Ricardo Navarrete Franco
7 comentarios:
Sólo puedo decir que me encanta.
Ayer leyendo a Paul Auster se me ocurrió que en muchas cosas escribís parecido, no sé si esto te halagará.
Como él, cuentas verdades tan absolutas que dichas en voz alta a veces suenan absurdas, pero sólo porque nadie se atrevió a ponerles voz antes. Sencillez que no enturbia el mensaje (en esto Paul Auster no es tan igual).
Amítambiénmegusta
Nosoylaúnicaqueescriberelatosmuycortos
Yo discrepo en lo de Paul Auster, es que a mi no me gusta ese hombre escribiendo. Muy bueno, al principio no me gustó demasiado el tema pero ahora me alegro mucho de que lo propusieseis.
Que no te guste Paul Auster no cambia que a mí Ricardo me recuerde a él a veces. No tiene nada que ver.
Vale de, bien me retracto y pido disculpas, intentaba dar mi opnion, no criticar la tuya, la proxima vez intentaré expresarme de forma más clara.
Tampoco es eso, mujer. Puedes odiar a Paul Auster todo lo que quieras.
Paul Auster, Paul Auster...
Paul Auster nunca fue capaz de mejorar el sabor del Roquefort.
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