Ya no podía ni respirar. Asomaba el cuerpo entero por la ventana para coger aire, pero solo conseguía notar su peso agolpándose fuera del marco.
Cada vez que cogía un cuchillo lo imaginaba clavándose encima de su vientre, justo el centro de su cuerpo. Y lo hizo. Lo hizo para liberar el dolor, para estar al otro lado y tener otra visión desde allí. Para querer estar a este lado.
Dejó el vinilo encendido al salir, quería que la música siguiera sonando después de que ella se hubiera ido.
Desde la ventanilla del avión miró el paisaje de su refugio, nunca había visto nada tan verde.
Reyes Ferrer Astillero
7 comentarios:
Aunque siempre prefiero el rojo al verde, hay una frase de tu relato que me encanta:
"...el paisaje de su refugio...".
Saludos
Gracias, pero te ha gustado el resto? Te refieres al rojo de la sangre, no? Claro, no había caido en eso.
Saludos.
Una historia breve, pero muy profunda bajo mi punto de vista. Me gusta esa explicación de sentimientos en tan poco espacio.
Gloria.
Claro que me ha gustado el resto, ¿te has fijado en que "Dejó el vinilo encendido. . ." es cómo si fuera un plano de una pelicula americana de los 40 en blanco y negro?.
Saludos.
Gracias, Gloria, seguramente peque de escueta pero es lo que me sale escribir.
Esa escena es lo primero que se me ocurrió, no sé si será de peli de los años 40, pero sí de una peli.
preciosa historia. El paisaje es el que se ve es de vuelta de la verde Irlanda?
Rcd
Más bien de ida.
Publicar un comentario