miércoles, 28 de octubre de 2009

La Vida y Muerte de Joel Kruczinsky Jr.



La vida del cabeza del grupo Charlie and the Clementines, autor de canciones como Little Hamlet o Dancing with Dead Alliens, se apaga en el club neoyorquino The Nest.

Por Robert S. Musso
(Traducción del reportaje para la Rolling Stone americana)

Nueva York. Nueva York llora. El benjamín del rock americano, el último hijo favorito/odiado de América (o el enfant terrible como algunos se empeñan en llamarle) ha muerto. ¿Sorpresa? Ninguna. Todos esperábamos que, tarde o temprano, la vida de este hijo del rock se acabara debido a sus excesos con las drogas y el alcohol.
Primogénito del cantante homónimo Joel Kruczinsky (más conocido como Joe Allien, líder de la banda Dancing with Alliens), este hijo de rockero abrió los ojos entre guitarras eléctricas, músicos casi famosos y groupies. Así pues, el rebautizado como Charlie Pace, fue probando el fuerte pero adictivo sabor del rock and roll más puro. Aprovechando como puente la fama que construyera su padre, Charlie Pace quiso ir muy lejos demasiado rápido.
[…] Consiguió la fama, sí, aunque no todos nacen con la capacidad (física y psicológica) para aguantar el mundo de la música; no todos los cuerpos soportan los excesos que esta profesión exige y así, anoche a las 03: 45, el cuerpo del joven Charlie/Joel terminó quemándose con la explosiva mezcla de cocaína, heroína, marihuana, valium y varias copas de más.
[…] Para despedirnos de este crío de tan solo 24 años, lo haremos con la letra del que fue su último single, una versión propia de una canción que parecía un amargo augurio de lo que estaba por venir:

Oh my darling, oh my darling
Oh my darling Clementine
You are lost and gone forever
Dreadful sorry, Clementine


[ reportaje completo en las páginas 44-49]

Cristina Sampedro Alonso

viernes, 23 de octubre de 2009

Orlando y Erika


¿Por qué la miré? Recuerdo bien el día en que la vi por primera vez; una de esas noches en las que el local de Harry no estaba muy animado y yo era su única salvación. Pues bien, ahí estaba yo, en el escenario tocando mi guitarra, y ahí estaba ella, apoyada en la barra con un mojito en su mano derecha y un cigarrillo en su mano izquierda, observándonos.
Hubo un tiempo en el que ambos seguíamos un único camino: ella con su carrera como modelo, yo como músico, pero siempre juntos. Cuanto nos queríamos. Pero ahora ella sigue un ritmo el cual me es imposible seguir. He intentado convencerla varias veces de que su adicción se estaba convirtiendo en algo peligroso, pero nunca me oía. El veneno la estaba matando por dentro y yo no podía hacer nada; abandonarla, nunca.
Y llegó esa noche. Estaba como loco, no sabía que hacer ni donde buscarla; para ella no importaba como fuera un bar, solo que le sirviera lo que ella quisiera sin recibir una negativa por respuesta. Caminé y caminé por las calles en busca de alguna señal que me llevase hasta ella. Después de tres horas sin ningún resultado, encontré su coche justo en frente de un bar que parecía el mismo infierno. Sin pensarlo dos veces, bajé las inclinadas y largas escaleras hasta que conseguí entrar en ese mundo. Allí estaba ella, al fondo en la barra con un aspecto cadavérico y con los ojos inundados en lágrimas porque, en el mismo instante en el que entré, para ella fue como un signo de salvación. Me acerqué a ella y no hizo falta decir nada porque ella me miró y dijo: “voy justo por detrás tuya pero, por favor, no me mires hasta que no hayamos llegado a casa y haya podido borrar todo rastro de este sucio veneno”. No dudé ni un segundo, dí media vuelta y caminé. Sentía como su mano me rozaba y como aumentaban mis ganas de mirarla y abrazarla. El camino del bar hacia el coche se me hizo eterno y justo cuando llegué allí no pude soportarlo, me giré para mirarla y la observé mientras cruzaba la carretera; era la mujer más bella del mundo, mi ninfa. Ella lo notó y se paró, nerviosa por saber que pensaba yo. Un instante después, una luz me cegó y ya no volví a verla nunca más.
¿Por qué la miré?

Gloria Romero García

miércoles, 21 de octubre de 2009

The Hoary Hair Child

“...And you, my father, there on the sad height,
Curse, bless me now with your fierce tears, I pray.
Do not go gentle into that good night.
Rage, rage against the dying of the light.”
Dylan Thomas


“Age?”, the old policeman asked to Johnny. He loved to be called Johnny, not John or daddy, as one of those bad women used to called him. “I cannot actually recall, but I think I am six years old, mister” answered him, very anxiuos. He had never been in a police station. “ address, Mr...?” “Johnny”. “As I told you, my name is Johnny and I wanna go home, please, Mr policeman. “Mr Johnn, do you have an address?”. “of course I have. I live at home. The old policeman could not help smiling. “o.k. and where is home?”. “somewhere near. If you just let me go, I would go home. Mum must be worried.She has some sweets for me” he said standing up, trying to leave. The policeman held his shoulders and tried to calm him down. He was about to cry. “my mother is waiting for me... Ah! I do remember it. I am John and I wanna go home”. “Mr John, I’ll make a phone call and you must stay here and wait for me, understood?” he nodded, sobbing and looked around the little office. Suddlenly he felt something hot and wet. “Ow!” he muttered looking down to the pool of yellow liquid on his feet and trousers. The officer looked at him and put the phone down. “O.k Mr John, somebody is coming to pick you up. John smiled as a way of thanking him for what he had done, and pointed out the yellow pool. “I could not help it, sorry sir”...

That night, at home, when one of the evil witches, as he called them, was putting on him his pyjamas, he told her about his great adventure that evening. “...and the man with the blue suit, called somebody who came there and brought me home”. His daughter smiled. “really?” she asked. “it sounds amazing, dad”. Then his mood changed: “but what can you know, stupid?. Leave me alone, you are a dirty bitch. But do not think that i do not know what you are planning. You wanna kill me..but i’ll kill you all before, one night...you will see...”
She was so tired of everything...”good night, dad” she said while switching off the light. It was the same for her every day, since that dreadful moment in when the doctor said “it is Alzheimer”. From that day on, her life had changed completely. Every day his mind became childish, and childish...while his daughter grew older and older every minute she spent beside him. Two victims, two hearts, two lives..the devil must be wrapping up his hands. She was an old lady of twenty five years old, and he was a little child of sixty three.Charming Johnny, hoary hair, that sucked away his daughter’s youth as it was one of those sweets he was always talking about.




María Suárez Alonso