La vida del cabeza del grupo Charlie and the Clementines, autor de canciones como Little Hamlet o Dancing with Dead Alliens, se apaga en el club neoyorquino The Nest.
Por Robert S. Musso
(Traducción del reportaje para la Rolling Stone americana)
Nueva York. Nueva York llora. El benjamín del rock americano, el último hijo favorito/odiado de América (o el enfant terrible como algunos se empeñan en llamarle) ha muerto. ¿Sorpresa? Ninguna. Todos esperábamos que, tarde o temprano, la vida de este hijo del rock se acabara debido a sus excesos con las drogas y el alcohol.
Primogénito del cantante homónimo Joel Kruczinsky (más conocido como Joe Allien, líder de la banda Dancing with Alliens), este hijo de rockero abrió los ojos entre guitarras eléctricas, músicos casi famosos y groupies. Así pues, el rebautizado como Charlie Pace, fue probando el fuerte pero adictivo sabor del rock and roll más puro. Aprovechando como puente la fama que construyera su padre, Charlie Pace quiso ir muy lejos demasiado rápido.
[…] Consiguió la fama, sí, aunque no todos nacen con la capacidad (física y psicológica) para aguantar el mundo de la música; no todos los cuerpos soportan los excesos que esta profesión exige y así, anoche a las 03: 45, el cuerpo del joven Charlie/Joel terminó quemándose con la explosiva mezcla de cocaína, heroína, marihuana, valium y varias copas de más.
[…] Para despedirnos de este crío de tan solo 24 años, lo haremos con la letra del que fue su último single, una versión propia de una canción que parecía un amargo augurio de lo que estaba por venir:
Oh my darling, oh my darling
Oh my darling Clementine
You are lost and gone forever
Dreadful sorry, Clementine
[ reportaje completo en las páginas 44-49]
Cristina Sampedro Alonso