jueves, 10 de septiembre de 2009

Amarillo


6 de enero de 2009

Por favor, por favor…- la súplica rasgaba su garganta. Le temblaba el labio inferior, las lágrimas y el sudor bajaban por su cara y se reunían en su boca ensangrentada.

¿Dónde está? – repitió una voz seca, de leve acento ruso que salía de la oscuridad. Olía a oxido y orina.

Ya…lo he…dicho… - contestó como pudo entre sollozos - ¡Lo di! ¡Lo di entero! – apenas le salía un ahogado grito

¿Señor? – respondió un hombre alto de voz grave a una señal de la oscuridad.

No muy fuerte. Le necesito vivo y bien despierto-. Pero, a veces, la fuerza se va de las manos y Nicolás cayó al suelo. No volvería a levantarse. Olía a sudor y sangre.



4 de noviembre de 2008


Un vaso de vodka y un bocadillo de queso azul y salmón barato descansaban en una mesa de madera verde.

Esta es nuestra noche, Michenka. Un tipo de camiseta blanca y áspera barba de tres días se sentó en frente de la televisión y se llevó el bocadillo a la boca. Unas migas cayeron en sus piernas mientras miraba las saltarinas bolas amarillas de la lotería rusa. La más cuantiosa de su historia.

Cayeron las bolas:

24 5 12 7 8 17 4

Michenka lamió dulcemente la mano de un Nicolás desmayado, en la que sostenía un boleto de idénticas cifras.

Cristina Sampedro Alonso